Introducción
     Las actividades que se suceden cotidianamente responden a un motivo que las  induce. Al estudiarse los aspectos psicológicos que caracterizan el accionar  de la personalidad, se penetra en la esfera motivacional, pues todo lo que  hace el hombre, es provocado y sostenido por algo. Los elementos de base de la  motivación, se encuentran en las necesidades y los motivos.
     La práctica de ejercicios físicos en Cuba desde edades tempranas, responde a  un programa psicopedagógico de iniciación deportiva donde se prepara al  escolar de forma integral y se crean las bases de disposición y capacidades  primarias para la formación del talento deportivo.
     El término iniciación fue definido por Blázquez  Sánchez (1995) como un proceso de enseñanza-aprendizaje progresivo y  optimizador que tiene como intención conseguir la máxima competencia en una  o varias actividades deportivas. Para el éxito de este programa, se  hace necesario activar todas las reservas psicológicas en función del logro  y dominio del deporte, pues de ello dependerá en gran medida, que se  mantengan estables los niveles de rendimiento en entrenamientos y  competencias.
      De lo anterior se desprende que la labor de los especialistas deportivos,  especialmente de los psicólogos, se centre en la motivación como proceso  crucial de disposición personal. Por vez primera, los escolares se enfrentan  a una dualidad de tareas con un alto nivel de exigencias: la actividad  docente, sistemática y obligatoria, que incluye programas terminales hacia  otros de complejidad superior y por otra parte, la actividad deportiva, donde  deben desarrollar disímiles habilidades específicas que exige el alto  rendimiento.
     Este proceso de potenciación, está enmarcado dentro de una etapa de  transición de la niñez a la adultez llamada Adolescencia, donde coexisten  rasgos de ambos períodos con sus consecuentes transformaciones. El reto del  personal que trabaja en este perfil, es mantener un estado favorable para el  rendimiento deportivo y hacer de esta práctica un ejercicio sano, de placer y  autoconocimiento, donde prime la satisfacción personal del practicante.
¿Qué  se entiende por motivación en el ámbito deportivo?
   
     Muchos especialistas han abordado este tema desde diferentes aristas.  Partiendo del propio concepto motivación, González (2008) la define como la  compleja integración de procesos psíquicos que efectúa la regulación  inductora del comportamiento, pues determina la dirección (hacia el  objeto-meta buscado o el objeto evitado), la intensidad y el sentido (de  aproximación o evitación) del comportamiento.
     Así mismo la motivación despierta, inicia, mantiene, fortalece o debilita la  intensidad del comportamiento y pone fin al mismo, una vez lograda la meta que  el sujeto persigue.
     En el deporte, la motivación como proceso constituye una orientación activa  y persistente de la persona hacia determinados objetos-metas (Sánchez, 2005).  Está formada por un conjunto de variables sociales, ambientales e  individuales que determinan la elección de una actividad, la intensidad en la  práctica de esa actividad, la persistencia en la tarea y el rendimiento.
     Lo anterior refuerza que el estudio de la esfera motivacional en la  iniciación deportiva considere todos aquellos indicadores personales y  sociales, así como situacionales que inciden en la orientación y dirección  de los motivos de los practicantes.
¿A  qué elementos se le debe prestar interés, al incentivar el disfrute por la  práctica deportiva?
   
     En los escolares y juveniles, la formación de un sistema de motivos debe  estar en correspondencia con el nivel de maestría y las particularidades  psicológicas individuales, para la creación del estado de disposición  psíquica para la competencia.
     El gusto o preferencia generalmente son generadores de objetivos y metas  centrados en la tarea, muy positivos para el éxito. No siempre es así en el  resto de los motivos de iniciación, los cuales pueden propiciar diferentes  problemáticas para estas edades. (Suárez, 2012).
     De lo anterior se desprende que en la etapa de preparación general del  deportista y a lo largo de todo el macrociclo, el entrenador debe trazarse  objetivos dirigidos a: lograr un estado emocional favorable para el  rendimiento deportivo; lograr una motivación intrínseca hacia la actividad  deportiva; lograr un nivel alto de disposición hacia los entrenamientos;  desarrollar cualidades volitivas; lograr la integración familia-deporte,  favorecedora para el rendimiento deportivo; así como lograr una adaptación  favorable al régimen de vida del deportista. (Cañizares, 2009).
     Para que el deportista se encuentre motivado hacia la actividad de los  entrenamientos y competiciones, es muy importante la forma en que se lleva a  cabo el establecimiento de objetivos. Rius Sant (1989) plantea que el objetivo  debe ser claro, concreto y posible de medir, que los mismos deben constituir  metas difíciles pero realistas, que se deben diferenciar aquellos que son  necesarios alcanzar en entrenamientos y los que se aspira a lograr en la  competición y que se debe evitar la connotación negativa. (Citado en Buceta,  1992)
     El compromiso que el escolar y el adolescente adquieren con el entrenamiento y  la competencia es imprescindible. El interés por un deporte en particular  deviene en la mayoría de los casos por la influencia del medio  socio-familiar: los profesores, padres, los compañeros más próximos y los  medios masivos de comunicación; haciéndose evidente en el rendimiento la  importancia de los refuerzos positivos movilizadores e inhibidores que  contribuyen al desarrollo deportivo. En la confrontación deportiva que se  realiza a través de la competencia, se logra que las vivencias de éxito y  fracaso sean también decisivas en la motivación en y por la actividad.
 
     En los adolescentes, existen necesidades crecientes de independencia y de  autoafirmación que se expresan en su jerarquía de motivos. El deporte por  sus características tiene un entorno de logro, se compite con otros y se  busca una excelencia. Las actuaciones deportivas siempre provocan,  evaluaciones que se expresan en lo que llamamos éxito y fracaso.
     En investigaciones más recientes se ha encontrado que deportistas movidos por  la aspiración al triunfo tienden a seleccionar tareas de complejidad media,  mientras los que tratan de evitar el fracaso, van a los extremos, eligen  tareas muy fáciles o muy difíciles. De acuerdo con ello es justo tomar en  consideración que en dependencia de la orientación de logro de los  deportistas, el entrenador deberá ayudarlos a establecer metas realistas,  tomando en cuenta siempre sus capacidades y posibilidades subjetivas y  objetivas.
La  motivación y la voluntad: su estimulación a través de los automandatos
   
     La motivación no se encuentra solo en los procesos psíquicos del deportista,  sino que se manifiesta también en la dirección e intensidad de sus actos  externos. De este modo, requiere la consideración de la estrecha unidad  existente entre la personalidad, los procesos psíquicos, la actividad  motivada externa y el medio socio-histórico.
     Si el deportista participa en los entrenamientos diarios como un deber, si en  la mayoría de las ocasiones experimenta vivencias de desagrado o rechazo a la  actividad, no será posible desarrollarle la motivación de logro. El  disfrutar las acciones de juego, constituye un aspecto de vital importancia  que los entrenadores deben cuidar, intentando crear un clima propicio al  entusiasmo y la diversión en el entrenamiento y la competición.   Si el motivo es el elemento inductor que por excelencia marca la  dirección de la conducta, determinando las acciones necesarias a llevarse a  cabo para conseguir los objetivos propuestos, la voluntad es la que permite  que dicha dirección no se desvíe cuando aparezcan los primeros escollos en  el camino.
     En estudios de laboratorio se ha comprobado que el lenguaje ejerce una acción  sobre la estimulación eléctrica de diferentes zonas cerebrales, provocando  una mayor explosividad de las contracciones de los músculos que intervienen  en la actividad. Esta estrategia también es favorecedora para aumentar los  niveles de disposición.
     Los automandatos constituyen estímulos verbales en lenguaje interior que  provocan una movilización inmediata y eficaz de todas las disposiciones y  potencialidades de rendimiento de los deportistas, en función de la ejecución  exitosa de las acciones. Forman parte de la acción, deben ser aprendidos y  perfeccionados a través de la práctica, de igual forma que la realización  de los movimientos y se convertirán en estímulos condicionados para  potenciar los esfuerzos en la dirección que se requiera, siempre que se logre  entrenar debidamente.
     El concepto “lenguaje interior” es mucho más que automandato y  comprende otras formas de manifestación. Puni (1969) hace referencia al papel  de la palabra - expresada en lenguaje interior - en la regulación de las  acciones en el deporte, situando su ejemplo en la esfera de la táctica a la  que este autor le atribuye diferentes funciones:
- Función valorativa de las situaciones de juego.
- Función explicativa de las acciones propias.
- Función evaluativa de las acciones propias y las del contrario.
- Función pronosticadora de los resultados de las acciones.
- Función valorativa del estado propio y del adversario.
- Función de automandato.
     Las palabras expresadas en lenguaje interior no solo pueden potenciar los  esfuerzos musculares; las mismas además permiten agudizar la atención,  controlar las reacciones emocionales, favorecer la confianza en sí mismo,  hacer que el individuo mantenga un ritmo intenso de actividad, a pesar de la  fatiga, etc. Las mismas deben ser entrenadas.
     Para que movilicen la voluntad los automandatos deben tener determinadas  características. Estar en correspondencia con:
- El tipo de esfuerzo.
- La intensidad.
- El lenguaje y el pensamiento para la edad.
- Uso en el momento y con la frecuencia adecuada.
- Textos cortos.
- Comenzar su aprendizaje en forma externa.
- Orientar acciones dentro y fuera del terreno, con el apoyo familiar.
- Cargas partidas. Exigencia de un extra, educa la voluntad.
- Exigencia del trabajo físico.
- Utilización del colectivo como censor de las acciones.
- Cumplimiento riguroso del horario de clase y del régimen de actividades.
- Elevar gradualmente el grado de dificultad de los ejercicios.
- Atraer la atención de los compañeros hacia la ejecución de movimientos.
- Todas las tareas para la educación de los motivos desarrollan la voluntad.
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La  motivación y su importancia en la esgrima como deporte de combate. Su  potenciación mediante la dinámica de auto-perfeccionamiento (Del Monte,   2010)
   
     Como ya se ha referido, la motivación constituye una orientación activa  y persistente de los atletas hacia determinados objetos-metas.  Los mejores grados de ejecución se consiguen cuando el deportista mantiene  niveles óptimos de disposición que muestren un despliegue de sus cualidades  volitivas: como la decisión, el valor, la iniciativa, la independencia, la  perseverancia y el autocontrol, muy potenciados en los deportes de combate y  especialmente, en la esgrima como disciplina.
     La esgrima, como actividad de combate, posee exigencias elevadas por la  maestría que debe alcanzarse en el manejo del arma, con movimientos rápidos,  certeros e inteligentes, por lo que es imprescindible incentivar que los  niveles motivacionales se mantengan estables, pues van a orientar y regular la  conducta de estos deportistas a través de sus motivos y necesidades,  determinando sus actitudes de persistencia y disposición hacia el  entrenamiento y competencias.
     Relacionado con este aspecto, es de vital interés que se desarrollen en estos  deportistas las conductas intrínsecamente motivadas, pues son estas las que  responden a necesidades que tienen las personas para sentirse competentes y  autodeterminadas. Por ello el entrenador debe implicar a sus atletas y  considerarlos como centros del proceso de preparación deportiva. Los  deportistas deben ser portadores de iniciativas, como participantes activos en  el establecimiento de las metas, así como de la planificación de sus  entrenamientos. Hay que facilitar la oportunidad de que puedan emitir juicios  y tomar decisiones para aumentar su autoestima e incrementar el sentido de  responsabilidad personal. Se trata de que los atletas tomen conciencia sobre  la importancia de su contribución al éxito del o equipo deportivo.
     La intervención del entrenador debe ocurrir de manera sistemática para  fortalecer el sentimiento de competitividad de él o los deportistas,  reforzando así la autoestima.
     En investigaciones realizadas por García Ucha y Domínguez (2007), se afirma  que en la actualidad, la actividad deportiva no puede concebirse sin la  participación directa del deportista en su propio perfeccionamiento. La  actitud consciente hacia sí mismo en la preparación se traduce en una mejor  organización y conducción de su propia educación.
     La dinámica de autoperfeccionamiento y su relación con las cualidades de la  personalidad (Del Monte, 2010), y con el rendimiento deportivo en deportes de  combate, revela una sección importante de estudio y de intervención  psicológica en la esfera motivacional. La autora, en su investigación  refleja que las deportistas campeonas del deporte de judo femenino cubano  fueron certeras en una serie de intervenciones psicológicas para el  desarrollo de esta dinámica, como por ejemplo: la terapia racional emotiva,  las clases teóricas y el programa de establecimiento de metas, entre otros.
     En investigaciones previas en deportes de combate, Del Monte (1999) trabajó  la autoeficacia, el movimiento del diálogo interno de yo sí puedo  durante la competencia, las atribuciones causales de los errores durante la  misma, la adecuación de la autovaloración, la valoración de la rival más  importante de la competencia y de otra contraria de la misma que conociera, y  concluyó que tanto las deportistas que adecuaban su autovaloración como las  que la sobrevaloraban no presentaban afectación en la autoeficacia al inicio  de la competencia, por lo que en este aspecto no se diferenciaban, sin  embargo, sí lo hacían ante las restantes variables estudiadas durante y al  finalizar la competencia (atribuciones causales de los errores, movimiento del  diálogo interno de yo sí puedo y valoración de las contrarias). En  cuanto a las que se subvaloraban, mantenían el diálogo interno pero este era  de yo no puedo, las atribuciones causales eran para dentro de sí pero  en extremo, se les afectaba la autoeficacia e inadecuaban la valoración de  las contrarias. (Citado en Del Monte, 2010)
     La autora propone un grupo de acciones de intervención donde se estimula la  motivación hacia la actividad de entrenamiento desde la proyección de la  dinámica de autoperfeccionamiento. (Del Monte, 2010)
- Desarrollar clases teóricas desde la etapa especial hasta la forma deportiva. Implementar el programa de establecimiento de metas con todos sus requerimientos. En el plan de metas se elaboran las metas del aspecto psicológico, así como metas técnicas y tácticas que contribuyan al desarrollo de la motivación.
- Crear espacios donde se analicen las elaboraciones de los deportistas para que conozcan el perfil ideal para su deporte y que le sirva de modelo para tratar de aproximarse a él.
- Establecer los objetivos del entrenamiento de forma clara, precisa y objetiva, con tareas difíciles, motivadoras y alcanzables.
- Evaluar al atleta con sistematicidad.
- Apoyar la preparación con técnicas de intervención psicológica tales como: Terapia Racional Emotiva (TRE), modificación de actitudes según criterios de Festinger, visualizaciones, técnicas de respiración, dinámicas de grupo, reforzamientos positivos, etc.
- Trabajar de manera integral sobre la motivación intrínseca, la de autoeficacia y las de metas de logro.
- Convocar a los atletas a observar entrenamientos y competencias de deportistas de más alto nivel.
- Aplicar escalas autovalorativas sobre disposición para el entrenamiento, como medidor motivacional regulador de las actitudes hacia el mismo.http://ocw.ehu.es/ciencias-sociales-y-juridicas/psicologia-del-deporte/contenidos/la-atencion-en-el-deportehttp://ocw.ehu.es/ciencias-sociales-y-juridicas/psicologia-del-deporte/contenidos/la-atencion-en-el-deportehttp://ocw.ehu.es/ciencias-sociales-y-juridicas/psicologia-del-deporte/contenidos/la-atencion-en-el-deporte
Conclusiones.
     La motivación en el deporte se considera un elemento de medular importancia  por su función reguladora e inductora de la actividad, además de influir en  los motivos y las metas de los deportistas determinantes para el rendimiento  deportivo. En las etapas de iniciación para el alto rendimiento, se estimula  la adaptación de los deportistas a las condiciones de la actividad  competitiva, propiciando el desarrollo de las capacidades para el autocontrol  y garantizando un estado de disposición psicológica positivo que permita un  mejor resultado en esas condiciones. El entrenamiento va dirigido a mejorar el  rendimiento deportivo y además, al crecimiento personal. Lo que se pretende  en estas primeras etapas, cuando aun, en la mayoría de los casos no se  alcanza la maestría deportiva, es enseñar a los jóvenes a disfrutar y amar  el deporte, haciendo corresponder la motivación con la disposición y la  voluntad en función de metas superiores.
Bibliografía
   - Buceta, J. M. (1992). Intervención psicológica en el equipo nacional olímpico de baloncesto femenino. Revista de Psicología del Deporte. Madrid.
- Cañizares, M. (2009). La psicología en la actividad física. Su aplicación en la educación física, el deporte, la recreación y la rehabilitación. La Habana: Ed. ISCF Manuel Fajardo.
- Del Monte, L. (2010). Autovaloración y dinámica de autoperfeccionamiento en deportistas cubanos de alto rendimiento. Tesis de doctorado. Ciudad de La Habana: Universidad de las ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”.
- Del Monte, L. (2005) Aspectos cognitivos y deporte. Documentos oficiales Biblioteca IMD.
- González, D. (2008). Psicología de la motivación. La Habana: UCM.
- Mora, J. A., et al. (2000). Psicología aplicada a la actividad físico-deportiva. 1ª Ed. Madrid: Pirámide.
- Puni, A. Z. (1969). La preparación psicológica para las competiciones deportivas. Moscú: Edit. Fisicultura y deporte.
- Rubinstein, S. L. (1967). Principios de Psicología General. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
- Sánchez, M. E. (2005). Psicología del entrenamiento y la competencia deportiva. La Habana: Editorial Deportes.
- Sánchez, M. E. (1993). Psicología Deportiva. Santafé de Bogotá, Postgrado, INCA.
- Suárez, M. (2012). Clase Postgrado en Psicología del Entrenamiento deportivo.

 
 
 
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