La muerte de Fidel Castro a sus 90 años no solo marca una época en el mundo de la política mundial, sino también dejó su estela en el deporte.
El líder de la Revolución Cubana también impulsó toda una revolución en las disciplinas atléticas, lo que le permitió a la isla destacar rápidamente en materia olímpica.
Durante su mandato, Cuba conquistó 77 medallas de oro, 65 de plata y 71 de bronce. Uno de los deportistas más importantes fue el boxeador Teófilo Stevenson, quien fue uno de los primeros atletas en quedarse con tres preseas doradas consecutivas (Múnich '72, Montreal '76 y Moscú '80).
El caballero del ring, como lo apodaban, se negó en continuas ocasiones a desertar del régimen y forjó una importante fidelidad con el comandante, a tal punto que terminó su carrera como funcionario de la Federación Cubana de Boxeo antes de fallecer en 2012.
Era tal su fama que estuvo a punto de combatir con Muhammad Ali, la estrella en aquellos años del boxeo profesional y autodenominado "El Más Grande". Sin embargo, las tratativas no llegaron a buen puerto, aunque el ya retirado púgil de Louisville visitó la isla años después y se entrevistó con Fidel y el propio Stevenson.
Pero el boxeo no era la gran pasión del comandante, sino el béisbol, hoy por hoy el deporte más popular de la isla. En su época escolar, Castro destacó como pitcher en su natal Santiago de Cuba.
Otros deportes que han llamado la atención de Fidel Castro son la natación, el básquetbol y hasta el fútbol.
Conocida es la amistad que forjó con Diego Armando Maradona, a quien rescató -gracias a los tratamientos médicos cubanos, avanzados en materia de rehabilitación- de su momento más oscuro.
Sin embargo, su cercanía con el deporte rey no quedó ahí. El comandante brilló como un potente artillero en su juventud en La Habana bajo las órdenes de un sacerdote jesuita que le explicó el sistema piramidal en boga en la época: 1-2-3-5.
De acuerdo a Revista Un Caño, Fidel confirmó que "era delantero, corría bastante. Fue en quinto grado cuando empecé‚ en el colegio Dolores, en Santiago de Cuba, en un patio de cemento, y el balón no era como los de ahora".
"El fútbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia", reflexionó.
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