El 14 de septiembre de 1923 Luis Ángel Firpo fue el primer boxeador argentino en disputar un título mundial. Esa noche se enfrentó al campeón, el estadounidense Jack Dempsey, y pese a ser derrotado entró en la leyenda del pugilismo nacional. El combate marcó un hito en la disciplina local, por lo cual se conmemora el Día del Boxeador. El recuerdo de la pelea, en Hace veinte años, nota de la revista El Gráfico, nº 1261 del viernes 10 de septiembre de 1943.
“He ahí el cuadro que se reprodujo en la jubilosa imaginación de todos los argentinos a pesar de la distancia. He ahí el instante dramático que el tiempo no ha podido borrar. Jack Dempsey, el campeón mundial de todos los pesos, arrojado fuera del ring por Luis Angel Firpo, en el transcurso del primer round del histórico match que ambos sostuvieron en el estadio Polo Grounds, de Nueva York, el 14 de septiembre de 1923. Dentro de pocos días se cumplirán veinte años.
Momentos de honda emoción vivió el pueblo entero de la República aquella noche. El Toro Salvaje de las Pampas, así apodado por impresión de los propios yanquis ante la pujanza avasalladora del terrible peleador argentino, realizó en esa fecha la hazaña más grande que haya cumplido un púgil: enviar fuera de las cuerdas, apabullado y maltrecho, al campeón más completo de todos los tiempos. La escena, captada fotográficamente, se reprodujo miles de veces y el cuadro quedó incorporado a la historia del boxeo. Y desde aquel momento se inició una polémica que nunca terminará. Dempsey se reincorporó con ayuda de los periodistas sobre los cuales había caído y volvió al ring. Muchos afirman que Firpo debió ser consagrado campeón del mundo, por dos motivos: porque Dempsey no regresó al cuadrado por sus propios medios y porque habían transcurrido más de diez segundos cuando se encontró de nuevo en pie, aunque groggy, delante de Firpo. Sin embargo, terminó ese round inicial, se cumplieron esos tres minutos durante los cuales se acumularon emociones de una intensidad nunca vista, y en la segunda vuelta mostró toda su garra el «Matador de Mannassa», venciendo por knock out. Pero el Toro Salvaje quedó tendido después de cumplir una memorable demostración de resistencia y de valentía. Así lo entendió el público al aclamarlo con tanto fervor como a Dempsey, y así ha seguido admitiéndose desde entonces, a través de los años, distinguiéndolo con la permanente popularidad que se adjudica a los protagonistas de toda proeza deportiva. Toda la significación de los nombres de Firpo y de Dempsey ha quedado relacionada con el pasaje que aquí reproducimos.
Por nuestra parte, debemos cumplir con el íntimo imperativo de reiterar algo que en los últimos años se ha estado olvidando injustamente: lo que ha representado Luis Angel Firpo para el boxeo argentino. Con aquellos pocos minutos de su formidable pelea con Dempsey, construyó Firpo el porvenir de nuestro pugilismo. En él nace la difusión, la popularidad y el gran impulso de ese deporte entre nosotros. Por influjo de su hazaña y al amparo de su nombre surgieron un montón de clubs, millares de boxeadores, cientos de rings. Por él llegó al pueblo el boxeo, y en él tienen su punto de origen todas las embajadas argentinas que libraron triunfales cotejos en las contiendas internacionales.
En vísperas del vigésimo aniversario del memorable match de Polo Grounds, El Gráfico brinda a sus lectores esta lámina evocatiVa como un homenaje a la gran figura de Luis Angel Firpo, y como recuerdo de la honda emoción que vivimos aquel día.”
Momentos de honda emoción vivió el pueblo entero de la República aquella noche. El Toro Salvaje de las Pampas, así apodado por impresión de los propios yanquis ante la pujanza avasalladora del terrible peleador argentino, realizó en esa fecha la hazaña más grande que haya cumplido un púgil: enviar fuera de las cuerdas, apabullado y maltrecho, al campeón más completo de todos los tiempos. La escena, captada fotográficamente, se reprodujo miles de veces y el cuadro quedó incorporado a la historia del boxeo. Y desde aquel momento se inició una polémica que nunca terminará. Dempsey se reincorporó con ayuda de los periodistas sobre los cuales había caído y volvió al ring. Muchos afirman que Firpo debió ser consagrado campeón del mundo, por dos motivos: porque Dempsey no regresó al cuadrado por sus propios medios y porque habían transcurrido más de diez segundos cuando se encontró de nuevo en pie, aunque groggy, delante de Firpo. Sin embargo, terminó ese round inicial, se cumplieron esos tres minutos durante los cuales se acumularon emociones de una intensidad nunca vista, y en la segunda vuelta mostró toda su garra el «Matador de Mannassa», venciendo por knock out. Pero el Toro Salvaje quedó tendido después de cumplir una memorable demostración de resistencia y de valentía. Así lo entendió el público al aclamarlo con tanto fervor como a Dempsey, y así ha seguido admitiéndose desde entonces, a través de los años, distinguiéndolo con la permanente popularidad que se adjudica a los protagonistas de toda proeza deportiva. Toda la significación de los nombres de Firpo y de Dempsey ha quedado relacionada con el pasaje que aquí reproducimos.
Por nuestra parte, debemos cumplir con el íntimo imperativo de reiterar algo que en los últimos años se ha estado olvidando injustamente: lo que ha representado Luis Angel Firpo para el boxeo argentino. Con aquellos pocos minutos de su formidable pelea con Dempsey, construyó Firpo el porvenir de nuestro pugilismo. En él nace la difusión, la popularidad y el gran impulso de ese deporte entre nosotros. Por influjo de su hazaña y al amparo de su nombre surgieron un montón de clubs, millares de boxeadores, cientos de rings. Por él llegó al pueblo el boxeo, y en él tienen su punto de origen todas las embajadas argentinas que libraron triunfales cotejos en las contiendas internacionales.
En vísperas del vigésimo aniversario del memorable match de Polo Grounds, El Gráfico brinda a sus lectores esta lámina evocatiVa como un homenaje a la gran figura de Luis Angel Firpo, y como recuerdo de la honda emoción que vivimos aquel día.”
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